Castaño
(Castanea sativa)
Árbol de gran porte que llega a alcanzar hasta veinte metros de
altura.
Crece
en las tierras no calizas de la zona norte y oeste de la península,
beneficiándose del clima de esa zona.
Fue
introducido por los romanos aunque se supone que es originario de Asia menor.
Las hojas caen en invierno y tienen una forma grande y alargada;
pueden medir hasta 15 centímetros de largo.
Se encuentra profundamente dentado en todo su perímetro, pudiendo
observarse fácilmente los nervios en el envés, que se distribuyen desde el
nervio central hacia los extremos de la hoja, siendo su discurrir de forma
paralela.
Las
hojas son coriáceas y presentan un color muy oscuro en la parte del haz.
La floración se produce en los meses de mayo y junio, y fructifica
en octubre.
Las flores son pequeñas.
Las masculinas son muy pequeñas y se desarrollan a lo largo de un
eje que nace de las axilas de las ramas.
Las femeninas se agrupan en número de tres, naciendo al pie del
ramillete de las flores masculinas.
El
fruto, tan conocido por todos, es la clásica castaña.
Se
encuentran agrupadas de tres en tres, rodeadas por una especie de funda que
cuenta con numerosas púas.
El
fruto en sí presenta dos caras bien diferenciadas: una de ellas es plana,
mientras que la otra es convexa.
Cada una de las semillas está recubierta por una piel de color
pardo rojizo, brillante por fuera, con una cierta vellosidad en su parte
interna.
En su interior encontramos la castaña, recubierta por una segunda
piel muy fina, difícil de separar, y que le confiere un cierto sabor amargo.
Las
hojas del castaño presentan sustancias tánicas, sacarosa, glucosa, materias
grasas y pectinas.
En
la corteza existe gran cantidad de ácido tánico, que puede suponer hasta el
16%, según la edad del árbol.
Tanto la corteza como el leño y las hojas son astringentes, por lo
que su empleo es válido para combatir diarreas y también como antiinflamatorio
de la garganta mediante la práctica de enjuagues.
La castaña fresca contiene un 50% de agua.
La castaña seca o pilonga tiene un 30% de fécula, un 10% de
glucosa, así como dextrinas y albuminoides.
.-
Decocción. Se añaden 60 gramos de corteza y hojas de castaño sobre un litro de
agua, llevándola hasta ebullición durante quince minutos; tras un filtrado, el
líquido obtenido se puede endulzar con sacarina, constituyendo un remedio útil
para diarreas leves.
Se pueden tomar hasta cuatro tazas diarias.
También
este líquido se emplea para efectuar enjuagues y gárgaras, por su efecto
antiinflamatorio.
Expectorante. Antidiarreico. Antirreumático
0 comments:
Publicar un comentario