Hierba de Santa María (Tanacetum balsamita)
La hierba de Santa María es una planta vivaz, de las
que echan nuevos vástagos en primavera.
Posee una cepa recia, ramificada horizontalmente, con numerosas
raíces que surgen del rizoma.
El tallo es anguloso, con algunos surcos, y las hojas
están sostenidas por un largo rabillo.
Las hojas superiores muestran pequeños apéndices en la base del
rabillo y las más jóvenes se hallan totalmente recubiertas de un vello corto y
raso, que van perdiendo a medida que se hacen adultas.
Se cría en huertas y jardines, asilvestrada y en cualquier suelo
no muy seco.
Es originaria de Asia Menor.
Es una hierba que se deja ver en verano.
Al llegar esta época florece y se hace adulta, permaneciendo toda
la estación florida.
Luego, con la llegada del otoño, se recoge hasta la primavera
siguiente.
De la recolección con fines medicinales interesa la sumidad
florida.
Una vez recogida, debe secarse y guardarse herméticamente para
evitar que se pierdan sus principios activos.
La hierba de Santa María contiene un aceite esencial en
concentraciones no superiores al 1%.
Este aceite esencial está poco estudiado, aunque se sospecha la
presencia de carvona.
Entre las acciones farmacológicas más destacables a nivel popular,
la que más fama tiene es la que ejerce sobre los gusanos intestinales.
Según se cuenta, esta hierba, administrada
convenientemente, consigue paralizar la actividad vital de los gusanos y
-aunque no llega a acabar con su vida- facilita enormemente su expulsión si se
emplea junto con algún purgante.
Otra de las acciones que se le atribuyen es la de descargar el
hígado, es decir, que actúa como colerético.
Por último, también facilita la menstruación cuando esta se
retrasa demasiado.
Sin embargo, estas acciones no están todo lo estudiadas que
debieran, por lo que conviene manejarla con cuidado.
Así, se sabe que puede producir trastornos nerviosos y
gastrointestinales, e incluso resultar abortiva.
Con esto es suficiente para que su empleo se deje en manos de
profesionales, pues en la actualidad existen remedios mejores, sobre todo para
expulsar lombrices intestinales.
.- Polvo. Se emplean de 2 a 4 g. de la hierba debidamente
micronizada.
Esta dosis se debe repetir, según criterio
facultativo, los días que sean necesarios y debe ir seguida de la
administración de un purgante.
.- Infusión. Basta con una cucharada de postre por
taza de agua hirviendo.
Se toma a razón de una taza al día, preferentemente en ayunas.
Vermífugo. Colerético. Emenagogo
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